Todo no tiene por qué acabar si tu empresa está en crisis.
Cuando una empresa entra en concurso de acreedores, se suele pensar que el único desenlace posible es su liquidación definitiva. Y no es así. Existe una vía que permite salvar parte del negocio, conservar empleos y optimizar el valor para los acreedores, la venta de unidades productivas.
En esta ocasión te vamos a explicar qué es una unidad productiva. Además de cómo se puede vender durante el concurso de acreedores, y cuáles son los beneficios de esta alternativa. Se trata de una opción que cada vez eligen más empresas en procesos concursales para garantizar cierta continuidad empresarial.
¿Qué es una unidad productiva y por qué es relevante en un concurso?
En el ámbito concursal, una unidad productiva se entiende como el conjunto de bienes, derechos y contratos organizados para desarrollar una actividad económica. No se trata de vender la empresa completa, sino una parte funcional de ella, capaz de operar por sí sola o integrada en otro negocio.
La relevancia de este concepto en un concurso de acreedores radica en su utilidad para la venta de activos con un valor superior al que tendrían de forma individual. En lugar de desmembrar la empresa pieza por pieza, se opta por transmitir bloques funcionales que mantienen su valor y utilidad.
Beneficios de la venta de unidades productivas
El objetivo de la venta de unidades productivas es que todas las partes puedan obtener un beneficio. Vamos a ver qué pueden ganar cada una de ellas.
Para el empresario: una oportunidad para seguir adelante
Cuando una empresa entra en concurso de acreedores, el escenario puede parecer desalentador. Sin embargo, la posibilidad de vender una unidad productiva ofrece al empresario una luz al final del túnel. Aunque la titularidad cambie, parte de la actividad puede seguir funcionando, lo que permite conservar la esencia del proyecto, aunque sea en otras manos.
Esta alternativa no solo tiene un valor económico, sino también emocional. Saber que el esfuerzo invertido durante años no se pierde del todo aporta cierto alivio, y en algunos casos, puede abrir la puerta a futuras colaboraciones con los nuevos gestores del negocio. Es decir, más allá de una salida, puede representar un nuevo comienzo.
Para los acreedores: mayor recuperación que la liquidación individual
Desde el punto de vista de los acreedores, que son quienes esperan recuperar parte o la totalidad de lo que se les adeuda, esta fórmula resulta especialmente interesante. ¿Por qué? Porque, al vender una unidad productiva como un conjunto funcional, con clientela, maquinaria, contratos y trabajadores, etc., se suele obtener un precio bastante superior al que se lograría vendiendo los activos por separado.
Esto se traduce de forma directa en un mejor resultado económico para los acreedores, lo que hace que esta vía sea cada vez más valorada por los profesionales que intervienen en los concursos. En definitiva, no solo se vende más, sino que se recupera mejor.
Para los trabajadores: conservar el empleo y la estabilidad
Uno de los aspectos más sensibles en cualquier proceso concursal es el empleo. La venta de una unidad productiva tiene una gran ventaja en este sentido, al mantenerse intacta la estructura funcional del negocio, los contratos laborales suelen continuar mediante una subrogación automática.
Esto significa que los trabajadores no solo conservan su empleo, sino también sus condiciones laborales previas, su antigüedad, su categoría profesional, su jornada, etc. Para ellos, el impacto del cambio de titularidad puede ser mínimo, lo que garantiza una transición más estable y segura tanto para el equipo humano como para la empresa en funcionamiento.
Procedimiento para la venta de una unidad productiva en el concurso
Una vez se valora la posibilidad de vender una unidad productiva durante el concurso de acreedores, es importante conocer el proceso que lo hace posible. Este procedimiento está regulado legalmente y requiere de ciertas garantías para asegurar que se actúa en beneficio del conjunto del concurso: acreedores, trabajadores y deudor.
Vamos a ver los pasos clave del procedimiento, desde el momento oportuno para plantear la venta, hasta los requisitos de valoración y publicidad.
Fase adecuada para la venta
Aunque la venta de unidades productivas puede proponerse en diferentes fases del concurso, es habitual que se realice durante la fase de liquidación, cuando ya se ha constatado la imposibilidad de alcanzar un convenio.
No obstante, también puede plantearse en fases previas si se acredita que la operación es beneficiosa y que su ejecución inmediata preserva el valor del conjunto. Por ejemplo, si hay un comprador interesado dispuesto a mantener los puestos de trabajo.
Intervención del juez del concurso
El juez concursal debe autorizar expresamente la venta. Esta decisión no se toma de forma arbitraria, sino en función del informe de la administración concursal, que evalúa si la operación es ventajosa para los intereses del concurso. En el caso de que haya varios interesados, se puede abrir una fase de ofertas competitivas, garantizando así que se obtiene el mejor precio posible.
Publicidad y transparencia
La venta de unidades productivas debe hacerse con plena publicidad y transparencia, para permitir la concurrencia de posibles interesados. Por eso, se anuncia en el Registro Público Concursal y en otros medios.
A veces se acude a plataformas especializadas o se convoca una subasta. La transparencia en este proceso genera confianza en todos los actores: juzgado, acreedores, trabajadores y posibles compradores.
Valoración de la unidad productiva
Es imprescindible acompañar la solicitud de venta con una valoración objetiva de la unidad productiva. Un informe pericial independiente puede acreditar que el precio propuesto es justo y adecuado, facilitando la aprobación judicial. Este informe analiza tanto el valor de los activos individuales como el valor conjunto de la unidad operativa.
También considera aspectos intangibles como la marca, la base de clientes o el conocimiento técnico del personal.
Qué hay que tener en cuenta a nivel laboral y fiscal
La venta de una unidad productiva no solo implica cuestiones económicas y jurídicas, sino que también tiene un impacto directo en las personas, sobre todo en los trabajadores, y en los aspectos fiscales de la operación. Estos factores también hay que valorarlos antes de iniciar el proceso, ya que pueden influir de manera decisiva en su viabilidad y en la forma de ejecutarlo.
Aquí tienes el análisis de dos aspectos clave. Por una parte, qué sucede con los empleados cuando se transmite una unidad productiva. Y por otra, qué implicaciones fiscales pueden derivarse de esta operación.
Sucesión de empresa y derechos de los trabajadores
La transmisión de una unidad productiva implica normalmente la subrogación en los contratos laborales, conforme al artículo 44 del Estatuto de los Trabajadores. Es decir, los empleados de la unidad siguen trabajando bajo las mismas condiciones, aunque con un nuevo empleador. Esta continuidad favorece la estabilidad social y protege los derechos de los trabajadores. Además, reduce los costes asociados a despidos masivos para el concurso.
Desde el punto de vista práctico, esta fórmula también facilita la puesta en marcha inmediata por parte del comprador, que puede aprovechar el talento existente sin necesidad de nuevos procesos de contratación.
Implicaciones fiscales
En algunos casos, la venta puede acogerse a determinados beneficios fiscales o estar exenta de IVA si se transmite una empresa o rama de actividad. No obstante, cada operación debe analizarse caso por caso para evitar sorpresas tributarias.
La planificación fiscal adecuada es clave para que sea rentable tanto para el vendedor como para el comprador.
Requisitos para crear una empresa
Los requisitos para crear una empresa pueden variar según el país o comunidad autónoma, pero hay algunos que son comunes:
- Tener claro el objeto social (a qué se va a dedicar tu empresa).
- Elegir una forma jurídica adecuada.
- Elaborar estatutos sociales (en el caso de sociedades).
- Obtener un CIF y registrarte en el Registro Mercantil.
- Darse de alta en Hacienda y la Seguridad Social.
- Disponer de un plan de prevención de riesgos laborales.
- Contar con licencias y permisos necesarios según el tipo de actividad.
Y, por supuesto, contar con una asesoría que te acompañe en cada paso.
Una vía para la reestructuración y continuidad de la empresa
La venta de unidades productivas en el concurso de acreedores es, en algunas ocasiones, la clave para preservar valor, proteger empleo y conseguir que la empresa siga en marcha. En lugar de liquidar activos por separado, esta opción permite transmitir valor conjunto de forma más eficiente.
Eso sí, se trata de un proceso complejo, que exige la intervención de profesionales especializados en derecho concursal, valoración de activos y negociación empresarial. La experiencia y el enfoque estratégico marcan la diferencia entre una venta exitosa y una oportunidad perdida.
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