Una crisis empresarial manejada a tiempo es un buen remedio para salir de ella. Caso contrario, se puede extender como una enfermedad alcanzando todas las áreas de la empresa, comprometiendo su continuidad.
Se pueden ver indicios de crisis cuando detectamos:
-El nivel de ventas ha bajado sistemáticamente.
-Aparece una falta de liquidez evidente. Tensiones de tesorería.
-Nos encontramos con retrasos en las obligaciones con acreedores o proveedores.
-Se está financiando con operaciones a CP (pasivo circulante), inversiones en inmovilizado y operaciones a LP.
-Si debe recurrir al patrimonio personal, familiar de los socios, incluso a préstamos fuera del circuito bancario para financiarse.
-Tiene alto nivel de endeudamiento respecto a otras compañías de su sector.
-Se presenta la necesidad de realizar recortes de personal, incluso en puestos claves y estratégicos para la producción.
Sin embargo, una de las razones más habituales por la que las empresas llegan a escenarios de crisis es la falta de toma de decisiones oportunas cuando se presenta alguno de estos síntomas.
El retraso o el aplazamiento de la toma de decisiones importantes al no saber cómo enfrentarse a ellas, muchas veces por desconocimiento del empresario en algún tema específico, conducen a aplazar para mañana lo que debemos resolver hoy.
Todas las crisis requieren de un tratamiento serio, profesional y oportuno, antes que la situación sea insostenible y no haya más remedio que liquidar la empresa.
El primer paso es reconocer que las cosas no van por buen camino.
Seguidamente se deben identificar las causas y buscar alternativas de solución.
En todos estos casos es conveniente buscar acompañamiento de profesionales cualificados, expertos en insolvencia empresarial, concurso de acreedores, financiación o en casos más extremos, la venta de la empresa, que puedan ayudarle a solucionar el problema de una manera experta.
Fuente: Martin & Asociados.